miércoles, 23 de febrero de 2011

Vacíos renqueantes


Hoy quisiera escribir alegrías, palabras positivas, sensaciones acogedoras.
Hoy he pasado de la luz a las tinieblas en versos desordenados.

Siento un vacío por dentro,
busco el agujero de mi corazón y meto la mano,
entre las venas y los músculos no llego a tocar ese vacío.


Saco mi mano llena de sangre,
el color vivo del rojo impregna toda la mano,
pero la mano se encuentra vacía.

Pienso en saltarme el tiempo,
en llegar al mañana sin pasar por el hoy,
en el escondite perpetuo del alma.

Salgo como el niño que levanta tímidamente la cabeza cuando han dejado de pegarle,
cuando sabe que todo se acabó.

Noto el vacío de mi corazón,
al que mi propio ser calienta y arropa.
Que por la noche le cuenta cuentos de grandes caballeros en mil batallas inmersos.

Escucho la música como parte de mí,
la recibo como trozos de imágenes descompuestas,
que al finalizar la canción cobran un sentido confuso e irracional.

Duermo con mis pensamientos,
abrigo al lobo y rezo por volver a soñar que un día soñé.

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