miércoles, 25 de noviembre de 2015

Amé


Amé. Culpable.

La vida es así, unas veces ganas...y muchas más pierdes. Pero la cuestión está en que al menos presentaste batalla, no te escondiste.

Amé. Culpable.

Volví a perder, pero sé que no tengo carbón dentro, si no un gran corazón y paciencia.

Amé...   
...amé cada rincón de su cuerpo,
me metí en su mente y le dí cobijo,
abracé sus miedos,
conocí su mundo,
me interesé por el,
compartí el mío.
Sequé sus lágrimas con mis sonrisas,
trasnoché en sus pesadillas,
calmé su ira,
aguanté su cabeza en los días de resaca.
Amé,
la amé como ella merecía,
a lo grande.
Le dí sonrisas y besos,
compartí las profundidades,
busqué soluciones a las adversidades,
le dí la llave de mi corazón...y de mi casa,
confié mi ser a ella,
la amé.
Y eso ni siquiera el tiempo me lo quitará,
ni él,
ni la malicia,
el rencor,
la ira
o diez mil colosos furiosos.
No me arrepiento.
De aquellos días hermosos,
de tostadas por la mañana,
de su voz al teléfono,
de su mano al tacto con la mía,
de soñar en un mundo nuestro,
de levantarse con una sonrisa,
de la Stevia,
las palomitas,
los días en familia.
La amé,
si que lo hice.


Amé. Culpable.
Que me quemen en la hoguera, que me griten y desprecien, que me arranquen la piel a tiras mientras grito que lo hice.

Amé y perdí...
                                           ...hemos venido a jugar Maira!


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