El viento sopló toda la noche sin descanso,
llevándose mi cara larga,
mi culpa,
mis tormentos y pesadillas,
una mochila con piedras,
un lago lleno de palabras de agonía.
El viento despejó los cielos,
arrastró las nubes,
la ropa tendida,
las macetas de la vecina,
los trapos sucios,
la arena que se escondía en la repisa.
El viento amaneció a mi lado,
nos escuchamos mutuamente,
le abrecé,
le comprendí,
me dio un beso en la mejilla
y descansé.
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