En tiempos imperfectos,
bailando,
dejándote llevar por el nada,
rodeado de gente sonriente.
Tragando la saliva,
aspirando lentamente el cigarro,
mientras te abstraes del todo,
marcando el ritmo de la música.
Donde la inseguridad no se vislumbra,
se diluye,
se evapora momentáneamente
y la piel se eriza.
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