sábado, 1 de junio de 2013

Indagando

Y al retirar la primera capa,
comprobó que era dura.
Sus ojos lloraban,
sus manos retenían el líquido que tanto molestaba.
Retiró otra capa,
y otra,
cada cual más débil que la anterior.
Hasta que llegó al corazón,
lleno de jugo,
desnudo,
blando.
Sus ojos,
enrojecidos,
sonrieron.
Entonces,
lo miró,
y comprendió lo frágil que era
y lo que costaba llegar hasta él.

Algo tan escondido,
y tan importante.

Lo cortó en trozos pequeños,
lo mezcló
y se lo comió con el resto de la ensalada.


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