Ni las pastillas me traen el descanso,
sólo pequeñas ráfagas tímidas de bandazos somnolientos,
que unos llaman descanso y otros engaño.
Sábado por la noche,
escribo mi malestar que se extiende por mis tripas y me deja fuera de combate para poder socializar tranquilamente.
Sábado maldito que ni las pastillas me dejan dormir, ni las estrellas parecen brillar.
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