El sol estaba en todo lo alto,
la gente paseaba tranquila,
disfrutando del clima,
de la luz,
del todo.
Al bajar mis pies saludaron a la arena y se fundieron en un abrazo,
estaban felices del reencuentro,
con muchas cosas que contarse y un camino que seguir.
Avanzaron juntos hasta el mar,
el agua fría entró en contacto con los dedos,
contemplé el horizonte,
los azules del cielo y su reflejo en el mar.
Mentalizaba mi cabeza al cuerpo,
pero el cuerpo ya sabía lo que iba a pasar.
Entonces mi cuerpo avanzó entre las aguas,
las olas chocaban contra mi cintura,
mi mente saludaba la pureza del mar,
froté varias veces mis manos y zambullí mi cuerpo.
Todo mi ser era agua,
los pensamientos se diluyeron y se separaron de mi,
el pelo jugaba a acariciarse con el agua.
No hacía frío,
estaba limpio,
dispuesto,
renovado.
Minutos estuve dejando que el sol secara las gotas saladas.
Mi respiración me dio un gran respiro.
He dejado mucho peso en el agua,
he limpiado mi alma.
Gracias Cristo,
mi fiel escudero en esta travesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario