Y el extraño cabalero se levantó de la mesa y avanzó hasta mi.
- Es usted consciente de su inconsciencia ? - Preguntó. - Acaso no atisba usted el menor de los sentidos que tanto ansia? - Me dijo mirándome fijamente a los ojos.
He aquí cuando reflexioné, anduve largo rato pensando en tal pregunta, en realidades tapadas por mi parálisis mental, en campos enteros de sueños sin arar aun, llenos de maleza y otras cosas de menor importancia.
Y he aquí cuando de pronto, del cielo llegaron pequeños impulsos de otro lugar , ideas sin pensar que caían en mi dirección y que al tocar el suelo iluminaban el suelo, los colores, las sonrisas de los niños perdidos.
Anduve por el río de metal durante días, sin poder ver realmente mi reflejo, solo un pálido reflejo gris y ovalado saludaba mi paso.Los árboles caídos y en estado no vivo se amontonaban a los lados, y aunque sorprendente o poco común una lechuza azul cielo se posó en mi hombro y durante dos días estuvo en el. Ni una palabra crucé con ella ni asustarla quise, al menos tenía alguien para contemplar dicho lugar, sin agua ni vegetación,
sin más camino que el que ya hacía.
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