miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cometidos


Quemando etapas de un nuevo renacimiento,
Santa claus desempolva su blanco polvo por los cd´s de los pastorcillos,
botellas vacías de absenta esparcidas por la mesa,
ropa interior femenina debajo de la cama,
sonrisas nerviosas alrededor de conversaciones intrascendentes.

Las mañanas se convierten en días,
las canciones se desgranan en frases para el presente que ya es pasado,
la luz dura tan poco como la batería del móvil,
la monotonía del tiempo abruma una mente acelerada,
una realidad sin necesidad de realizarse.

Aferrarse a lo que sea,
aunque nada sea nada,
y nunca jamás quede la segunda estrella a la derecha,
donde los niños perdidos siguen luchando contra su sueño de no crecer,
y Garfio es el rey de los mentirosos.

En un sueño sin sueño,
donde las agujas del reloj avanzan sin temor hacia un nuevo día,
en el que ya no sabes que has de hacer
y en cambio hay mil y una cosas que inventarse,
para volver a pintarte del color que quieras.



En la agonía del escritor,
o del crítico sentado al fondo,
donde todos los chismes se cuentan,
pero carecen de valor o sentido,
resbalando por la piel del lobo.

Y así una y otra vez,
se balancean las cuerdas de la cordura,
en una lucha entre las sombras y la razón,
en que las palabras cobran vida,
y la vida pierde su valor.

Dice el poeta,
que en el pensamiento
está la razón,
en la razón está el individuo,
en el individuo se esconde el cometido.

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