jueves, 25 de abril de 2013

Vagabundeando

En la calle, se tiene mucho tiempo para pensar,
para meditar en uno mismo,
en lo que le rodea,
en sus errores y sus defectos.

En la calle, se tiene tiempo para observar,
toda la gente saliendo como en una maratón.
La gente que va a trabajar,
los niños al cole,
los modernos con dos copas de más;
mezclándose con los veteranos borrachos,
que hablan solos y le gritan a las farolas.

En la calle, con una bolsa con mis pertenencias,
camino con los ojos bien abiertos para no perder detalle,
para impregnarme de esta ciudad que tanto he buscado,
y que tan alto he pagado siempre el precio.

El viento golpea mi cara,
para recordarme el precio de la libertad,
un alto y pesado precio,
pero en una espalda ya cargada,
la sensación se vuelve más ligera,
más suave.

En la calle,
recuerdas los instintos que la vida fácil te hizo olvidar.


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