Todo fue un sueño,
realmente nada pasó,
la imaginación volvió a jugármela,
los nervios jugaron con los sueños
convirtiéndolos en pesadillas.
Espejismos reflejados en alfileres,
punzantes en mi corazón,
pero pequeños en tamaño.
Escondido entre sábanas protectoras de la noche,
sacando tímidamente los ojos,
pausando la respiración entre vueltas y vueltas de colchón.
Las mañanas comienzan cuando el cuerpo se encuentra abatido.
Pero el sol de Judá calma las vértebras,
que agarrotas entre ellas vuelven poco a poco a su sitio,
cogen oxígeno con fuerza para dar las gracias por un nuevo día.
Las fresas están hermosas,
las lechugas crecen fuertes y los árboles dan sombra a los tomates
cuidando de no se quemen.
Todo fue un sueño,
la belleza se abre paso entre las pesadillas.
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