anunciar que la luz cubre las montañas
anunciando que ya es hoy.
Ahora que en momentos
el tiempo,
ese amigo del pasado
parece haber parado.
Enemistado con los hechos,
amado por los árboles,
levanto la mirada
de esos ojos vidriosos
sobre un reflejo sucio
en una ventana vieja.
El cantar de día emborrona
los dulces silencios incomprendidos,
amontonados como gotas de té
alrededor de la mesa.
No son claros
ni oscuros,
solo son gotas de infortunio,
que un día fueron agua
y hierba
y que ahora son una mezcla
entre ellas.
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