domingo, 6 de octubre de 2019

Introspección


Quisiera estar cansado,
para dejar de recibir portazos en puertas a las que ni tan siquiera llamé.
Una brújula que marcara el deseo,
para saber por que no quieren ver el resto de mi.
Un traductor que me indicara la veracidad de las palabras escuchadas.
Una linterna que no funcione y así no poder guiarme hacia el vacío más próximo,
para caer yo por que así deseara.
Quisiera comprender los parámetros que me llevan del ser deseado, al destierro absoluto,
para acto seguido y por los mismos personajes, volver a ser deseado.
Quisiera poder entender de una puta vez, por que algo como yo;
un manojo de tendones, huesos y versos puede ser deseado.
Quisiera ser como mi cuerpo físico
y no sentir el dolor, la melancolía, el rechazo, la mentira, el insomnio.
Quisiera que todo el mundo me dejara en la paz más absoluta
y poder descansar al fin de esta desazón que comprime mi cerebro.
Dejar de comprender al resto,
para aparcarme en un rincón y ver las cosas como un espectador.
Quisiera tener las manos con algo más que mis huesudos dedos,
que atrapan sueños vaporosos,
que se desvanecen antes de vivirlos.
Dejar de creer en actos u orquestas que no existen,
en versos o en sábanas revueltas,
en miradas o caricias,
en voces tenues y armoniosas,
en abrazos en la noche.

Quisiera estar cansado de la vida...
...pero no es así.
Todo ocurre,
todo pasa o vuelve,
todo tiene trazos de locura,
pinceladas de color,
sonrisas y miradas brillantes,
caricias y abrazos momentáneos.

Nada nos pertenece,
nada me pertenece.

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