Perdió las ganas de volar,
sus alas,
su ilusión.
Antes danzaba alegre,
recitaba cuentos intempestivos,
creía en la vida.
Dió oportunidades,
cambió aspectos,
escribió bocetos.
Escondió sus sentimientos,
calló con sonrisas los días grises,
escuchó con sosiego la queja ajena.
Y así siguió,
que cuando la ola pasó,
todo ello de golpe se llevó.
Y él,
ahí parado,
recibió el chasco más sonado.
Pobre y puto miserable,
aquel que se jacta de ver todo,
menos lo que le arranca sus entrañas.
Y he aquí,
que sin entrañas se halla,
ni lágrimas fabricadas.
Abatido en un mar sin fundamento,
que por no morder ni gritar,
observa y escribe sus lamentos.
Es la puta historia de Gudú,
la historia del patito feo,
la historia sin historia entre las historias.
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