El cuervo esperó paciente mi llegada,
jugó sus cartas y logró sacarme de mi morada.
El cuervo esperó paciente mi caída,
sabiéndose ganador de una partida maldita.
El cuervo supo verlo a lo lejos,
lo que unos decían y otros intuían.
El cuervo limpió bien su plumaje,
no quería asistir sucio a tal ensamblaje.
El cuervo y solo el cuervo,
lo único que tuve más allá de estos versos.
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