Le cogí el gusto al descanso,
el dormir 8h sin pensar,
el soñar sin soñar,
el abrazar la sombra sin dejarla escapar.
Le cogí el gusto a la tranquilidad,
a tenerlo todo atado,
a cuidar mi sonrisa junto a la suya,
a contemplar los amaneceres entre sus curvas.
Le cogí el gusto a lo fácil,
pero todo desapareció.
Y desnudo y destapado,
desperté sin soñar.
Olvidé el insomnio,
pero no su cara.
Olvidé su carga,
pero no su voz.
Y a la hora señalada llegó,
y entre vueltas de sábanas me engulló,
paró el tiempo
eternizó mi corazón.
Le cogí el gusto a descansar,
entre los besos y las caricias inesperadas,
entre los sueños y sus pechos,
entre todo aquello que damos por hecho.
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