caminas despistando a la luz,
con el pelo encrespado,
las gafas tapándote la cara
y esas botas desgastadas,
sin atar,
que arrastras al paso de tus pies.
Juegas con sombras de tu silueta,
tu pelo desaliñado
tapando parte de las gafas,
tapando parte de tu rostro.
Observas el horizonte
y una leve sonrisa se extrae en tus labios,
en compañía de la música,
esa que llevas en el viejo móvil,
esa que llevas meses sin cambiar.
Entonces dejas de caminar,
miras tu silueta
y observas que eres tu;
tú eres una sombra;
una sombra libre
pero con un vacío en tu interior,
un vacío irremplazable
que por mucho que camines al sol
nunca lo podrás llenar...
Desconectas tu conciencia unos segundos
y cuando la oscuridad se cierne sobre tu mente
te dices a tí mimo:
- sé feliz, sé feliz... -
Y aquella sombra vuelve a caminar.
Miras tus pies,
como caminan danzantes con la sombra,
como a veces uno va más abierto que otro,
pero siguen adelante,
siguen por delante de las sombras...
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