domingo, 19 de enero de 2020

Sin voz


Despierto de la cama sin sueño.
Mi cara de mierda delante del espejo, me dice dos cosas palpables desde hace unos días:
- Necesito un descanso.
- Doy puto asco.

Semanas sin sueño, o con el sueño que llega sin avisar. Como la tarde de siesta en la plaza de la Vila,
en casa después de comer con amigos, o esa mañana que desperté en un parque, aún no se muy bien como.

Por si fuera poco, llevo diecinueve días sin voz.
Tengo tantas cosas por gritar, que dios me ha quitado la voz y así no tener que oírme cagándome en la puta mierda de todo.

Así que últimamente, funciono por gestos o con una sonrisa. Todo genial hasta que algún gilipollas se acerca a que le expliques por que pareces un sociópata.

Intento no pensar mucho en mis últimas aventuras. Cuando un hilillo pasa por mi mente, lo que hago es pensar que tanta mierda es por algo y que con un par de cervezas se me pasará. Después recuerdo que no tengo ni para una cerveza, así que paso a tomármelas mentalmente, así, volviendo al principio, ya no recuerdo nada y me centro en otras gilipolleces.

El otro día, limpié por completo mi ordenador. Compré un bote de alcohol y arranqué todas las pegatinas, dejándolo con su color negro original.
Me gustó tanto el resultado, que he pensado convertirlo en un lienzo en el que pueda cada x poner un mensaje visceral en la tapa.

Con tanto silencio, últimamente me dediqué a afilar mis cuchillos, ver series que tenía a medias y leer a Bukowski. Ese tío si que era un genio perturbado!


Generalmente, suelo llevar mis cámaras encima. Fotografiando cada instante de la simple belleza de las cosas. Y para que engañarse, el invierno es la época más triste de todas y tiene la mejor luz para poder ser fotografiada.

Mientras la vida no se detiene, los carteles de los grandes festivales comienzan a salir y a ponerme los dientes largos.
En algún momento recuperaré la voz y ya no tendré motivos para cagarme en todo.


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