viernes, 31 de enero de 2020

Todo fuera


Después de dos noches malas, con fiebre, mareos y alguna que otra alucinación ( maldita cena de empresa ). Esta mañana, hecho mierda, con una mirada de espanto, un olor...un olor a muerto hace semanas, con una especie de permanente a lo lamida de vaca electrificada en el pelo. He hecho limpieza de mierdas.
Cosas inútiles que guardas por guardar.
Así que después de la ducha, los cuatro litros de té con limón, jengibre y miel, los veinte caramelos para la tos y el lavado de toda la ropa en contacto con mi piel en las últimas 48h. Ni corto, ni perezoso y sobretodo, muy muy importante; sin mirar. He ido haciendo viajes a los contenedores.
Aquella camisa hortera que dejó un colega, el altavoz que nadie reparó, el taburete roto desde hace dos años, el pareo que dejó alguna ex, la camiseta de talleres Paco que te regaló tu padre...y un sinfín de mierdas que no quiero.
Aún me queda trabajo, pero que bien sienta deshacerte de mierdas que no necesitas.

miércoles, 29 de enero de 2020

Rasgaduras


Acércate,
sonríe,
se espontánea,
alegre,
vivaz.

Me tienes.

Juega conmigo,
bailemos como estúpidos,
follemos,
riamos,
esnifemos.


Me tienes.


Chúpame la energía,
miénteme,
engáñame,
ríete,
mátame.


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Olvidemos el pasado,
coge su mano,
danza de nuevo,
ríe en conjunto,
salta al vacío.


Estoy volviendo.


Exígeme,
miénteme,
condicióname,
exprimeme,
mátame de nuevo.


Lastima todo aquello que ama.

lunes, 27 de enero de 2020

Con la voz







Recuperé la voz,
y cuando lo hice,
ya no tenía ganas de gritar.

Recuperé la sonrisa,
liberándola de la ansiedad,
dándole color.

Veintiséis días después volví a cantar los platos;
a poder pedir en los bares;
a poder cantar mientras cocino.

Tanto tiempo encerrado sin la palabra,
dentro de un gran paréntesis,
donde no puedes liberar nada.

Para acabar descifrando la x,
mirarte al espejo
y ver la verdad.
  

La niña de mis ojos


Olatz es la niña de mis ojos.
La pequeña, que ya no es tan pequeña ( adolescente ), me ha estado asesorando sobre mis fracasos sentimentales y el por qué de mis dos años sin una relación seria.
Tal como me decía mi ex, aquello de jugar a ser tantas cosas, hace que no sepan quien soy. Tanto, que a la semana de volver de Berlín me dejó.
En dicho viaje, dormimos en casa de un amigo... en su habitación, con el.
Me puse tan ciego, que acabé follándome una publicidad en medio de la calle.
Creo que también le molestó que me diera narcolepsia en medio de un bar.
O que cuando desperté, tenía ganas de vomitar y de cagar...cosas que hice, en el baño por supuesto.
Aunque también creo que le molestó, que después de recriminarme todo, estuviera todo el viaje de vuelta sin decir absolutamente nada.

A mi favor, tengo que apuntar, que comprendo que para ella fuera un puto drama. Te vas de vacaciones con tu pareja y el aprovecha para liarla parda con sus colegas teutones.
Aunque he de decir en mi defensa que aquella actitud mía, no era ni mucho menos una constante. Quiero decir: no todos los días intento que me haga una felación un cartel publicitario de una dentista. En alemán.

Después de dos años de aquello, he tenido más historias, alguna incluso curiosa o bonita, pero nada más intrascendente que pasar cortos periodos y reírse un poco.

Mi pequeña psicóloga, me ayudó a comprender que no hace falta buscar o incluso, escudriñarse el coco por que no encuentres a nadie. Las cosas suceden...o no, y si no suceden, es simplemente, por qué hay gente, que no tiene que tener lo mismo que la mayoría. Y que si acabas haciéndolo sin ser real, corres el riesgo de meter la gran cagada y comprometerte con alguien con la cual, ninguno de los dos sea feliz. Y eso, es un mierda.

Imagina mi cara de gilipollas, después de que una adolescente, haga que me dé cuenta de otra curiosidad de la vida, de aquellas que nadie te explica.
No todos estamos hechos para las mismas cosas, sea del palo que sea.

Una cosa tengo clara.
La vida ya me dio una hija,
la niña de mis ojos

miércoles, 22 de enero de 2020

Pequeños aniversarios


Se cumple un año de mi vuelta de Cadaqués.
Toda una aventura, en la que renuncié a un sueño estúpido, en busca de uno con más luz:
La estrella.
Después de mucho, mucho, muchísimo trabajo, volví habiéndome demostrado que sí se podía. Y aunque la aventura, no saliera por algún que otro motivo; volví satisfecho de mi trabajo.

Poco tiempo me dio a hacer allí la verdad. Trabajaba tantas horas al día, que solo pensaba en cocina y a veces en aquel sueño estúpido.
Trabajaba tanto, que los primeros días libres que tuve fueron dos y llegaron cuando ya llevaba 54 días sin librar. Poco después me despidieron. Irónico.

Así que volvimos a hacer maletas, nos despedimos de la tierra de Dalí y volvimos a Barcelona.

No logré la estrella, aunque si me estrellé con el sueño estúpido.

Jamás olvidaré aquellos amaneceres. Los colores, el mar, la tramuntana, las inundaciones del piso, el flipar cada día por la escasa percepción del negoció de un dueño negado, o las zancadillas de la llamada chef ejecutiva ( alias no tengo ni zorra ).

lunes, 20 de enero de 2020

(en)versando lo enrevesado


Perdió las ganas de volar,
sus alas,
su ilusión.

Antes danzaba alegre,
recitaba cuentos intempestivos,
creía en la vida.

Dió oportunidades,
cambió aspectos,
escribió bocetos.

Escondió sus sentimientos,
calló con sonrisas los días grises,
escuchó con sosiego la queja ajena.

Y así siguió,
que cuando la ola pasó,
todo ello de golpe se llevó.

Y él,
ahí parado,
recibió el chasco más sonado.

Pobre y puto miserable,
aquel que se jacta de ver todo,
menos lo que le arranca sus entrañas.

Y he aquí,
que sin entrañas se halla,
ni lágrimas fabricadas.

Abatido en un mar sin fundamento,
que por no morder ni gritar,
observa y escribe sus lamentos.

Es la puta historia de Gudú,
la historia del patito feo,
la historia sin historia entre las historias.

Entre cortes y puertas


Ya es lunes de nuevo, aunque yo los llamo miércoles.
No tenía ni putas ganas de levantarme.
Hace dos semanas, en el trabajo... bueno, he de decir, que tengo la extraña manía de secar los cuchillos contra mi delantal. Pasando el cuchillo alrededor de mi cintura.
Pues bien, entre que mi cocina es estrecha, lo nervioso que me pongo ( más de lo común en mi ) cuando me llevo un chasco personal y que algún compañero no es precisamente ágil...
Todo ello provocó que me clavara el cuchillo por debajo del glúteo izquierdo.
El corte atravesó el delantal y el pantalón. La sangre comenzó a brotar por mi pierna.
Yo, ni corto ni perezoso, agarré papel de cocina y lo metí por el agujero antes mencionado, presioné la herida...y seguí trabajando.
Cosas que tiene ser un insensible de mierda:
- Las cosas físicas pasan desapercibidas ( nadie se percató de nada )
- Las cosas mentales me rompen entero.
Curioso, verdad?

Ya no hay ni luz por las mañanas.
El invierno me priva de lo más bonito que veo cada mañana. El amanecer.

Ayer una chica entró con su perro al metro. Se notaba que era la primera vez, ya que el pobre, se agarraba como podía y por dentro maldeciría el invento de mierda en el que iba montado.
Me recordó a Cohen y su primera vez. Al cerrarse la puerta, estaba tan asustado que ladró a la puerta.
Ayer hizo siete meses que se fue.

Me he acabado el café.





P.D
Hubiera sido peor quedarse tirado en el altar


Cosas de la chistera



Incluso en los momentos bajos,
donde lo ves todo a la deriva,
donde nadie te alcanza la mano.

Incluso cuando crees que nada vale nada,
que la sociedad te ha ganado el pulso,
que no hay nada para ti.

Incluso en esos momentos,
un portal y algo de luz,
es hermoso.

domingo, 19 de enero de 2020

Invierno


Por fin llegó el invierno; el de verdad.
El que mantiene el día gris,
el de la bufanda.
Que aunque vayas muy abrigado,
ese frío se cuela por algún lugar de tu ropa.
El de la sopa caliente,
las zapatillas de dinosaurio para estar por casa,
tan calentitas y cómodas.
La manta en el sofá,
el radiador debajo de la mesa,
incluso en la habitación.
El pantalón de pijama que te regaló tu madre
y la camiseta de Nirvana viejísima debajo de un jersey bien gordo.
El invierno de salir de casa hacia el trabajo y pensar en volver pronto.
De acurrucarte con tu pareja delante de una serie,
o acurrucarte con lo que sea.
De echar un polvo y acabar temblando...
por acabar y por el frío.
El del chocolate con churros,
el de los colores claros,
las luces tenues,
los estornudos y fiebres.
El invierno de los cigarros de dos caladas,
de las camisetas de manga larga,
de las maldiciones matutinas por despegarte de la cama calentita.

Ya llegó el invierno,
el que mata todo lo viejo
y prepara las cosas para el renacer;
la primavera.

Sin voz


Despierto de la cama sin sueño.
Mi cara de mierda delante del espejo, me dice dos cosas palpables desde hace unos días:
- Necesito un descanso.
- Doy puto asco.

Semanas sin sueño, o con el sueño que llega sin avisar. Como la tarde de siesta en la plaza de la Vila,
en casa después de comer con amigos, o esa mañana que desperté en un parque, aún no se muy bien como.

Por si fuera poco, llevo diecinueve días sin voz.
Tengo tantas cosas por gritar, que dios me ha quitado la voz y así no tener que oírme cagándome en la puta mierda de todo.

Así que últimamente, funciono por gestos o con una sonrisa. Todo genial hasta que algún gilipollas se acerca a que le expliques por que pareces un sociópata.

Intento no pensar mucho en mis últimas aventuras. Cuando un hilillo pasa por mi mente, lo que hago es pensar que tanta mierda es por algo y que con un par de cervezas se me pasará. Después recuerdo que no tengo ni para una cerveza, así que paso a tomármelas mentalmente, así, volviendo al principio, ya no recuerdo nada y me centro en otras gilipolleces.

El otro día, limpié por completo mi ordenador. Compré un bote de alcohol y arranqué todas las pegatinas, dejándolo con su color negro original.
Me gustó tanto el resultado, que he pensado convertirlo en un lienzo en el que pueda cada x poner un mensaje visceral en la tapa.

Con tanto silencio, últimamente me dediqué a afilar mis cuchillos, ver series que tenía a medias y leer a Bukowski. Ese tío si que era un genio perturbado!


Generalmente, suelo llevar mis cámaras encima. Fotografiando cada instante de la simple belleza de las cosas. Y para que engañarse, el invierno es la época más triste de todas y tiene la mejor luz para poder ser fotografiada.

Mientras la vida no se detiene, los carteles de los grandes festivales comienzan a salir y a ponerme los dientes largos.
En algún momento recuperaré la voz y ya no tendré motivos para cagarme en todo.


sábado, 18 de enero de 2020

punto


No faltaron fiestas, ni abrazos;
ni drogas y alcohol.
No faltaron sonrisas, ni caricias;
ni risas ...fluidas.
No faltaron charlas, ni promesas;
ni sexo y lascivia.
No falto una puta mierda de nada;
y todo se perdió.

lunes, 13 de enero de 2020

Tengo que





 Caído,
hundido,
abatido.

Solo tengo que volver a ser,
solo he de volar,
solo he de pensar que ningún pasado fue real.

He muerto,
estallado,
me he difuminado.

Solo tengo que recoger los pedazos,
salir del lodo,
no fiarme del día de ayer.

No fui santo,
no fui sombra,
no fui lo que ella quería.

Siento que he perdido la juventud,
que las palabras no tenían peso,
que mis manos no se tomaron en serio.

Solo tengo que olvidar,
eliminar el dolor,
guardar todo su recuerdo y tirar del inodoro.

Limpio de mierdas e impurezas,
libre con cargas y condenas,
sin voz ni corazón.

Solo tengo que cerrar el libro,
olvidar el final de perdidos,
tirar a la basura todo recuerdo del ángel caído.

Pasando de mierdas e historias,
de palabras inconcretas,
de finales de botellas o fondos de bolsas espitosas.

Solo he de cerrar la herida,
taponar la sangre,
poner una tirita Rick y Morty y seguir adelante.

Roto,
jodido,
vivo.


viernes, 10 de enero de 2020

Eclipse de Lobo


Casi imperceptible para nuestros ojos,
la luz del astro pierde paulatinamente el brillo que le caracteriza,
volviéndose sombrío en su plenitud.

Sonriendo al abismo,
sin querer dar importancia.

Esperando volver en algún momento
a aquel instante en el que se sintió completo,
brillante,
dichoso.

Dichoso

Dichosa osadía,
aquella que sonríe a la mañana,
y piensa en la madrugada.
Dichoso el que no fatiga,
que no se muerde la lengua,
que sueña sin dormir.
Dichoso destino,
que le zancadillea
y le baña en las dudas.
Dichosos los dichosos,
que se levantan y vuelven,
que no se arrugan.
Dichoso el que posee mil vidas,
baila y sonríe,
piensa y aprende.
Dichoso aquel que vuelve a abrirse,
abraza sintiendo que abraza,
tartamudea por el latido de su corazón.
Dichosas las historias,
con sus razones, dudas
y otras mierdas.
Dichoso el tiempo,
tan relativo e irrelevante,
como intenso y corto.
Dichosa la osadía,
de cuando te lleva al paredón,
desangrándote entre versos.
Dichoso es el que pide perdón por la aventura,
que se dejó llevar por la melodía,
que fundió la luz quedándose sin bombillas.
Dichoso es aquel que vive esas aventuras,
que comprende y respeta,
que sonríe a la vida.



                                  ...aun quedan muchas aventuras...



Dichosos versos creados hace meses,
que vuelven a mi cabeza
ensamblada en imágenes,
que pasan por mis dedos,
entre deseos perdidos.
Dichoso volver al sentir del antes
en el ahora.

domingo, 5 de enero de 2020

En tres paradas


Llevaba puesta una sonrisa por chaqueta,
sus ojos denotaban alegría,
el paso de una gran noche acompañado de buenos amigos.
Su cara no era de cansancio, a pesar de la hora,
su cabeza aun seguía el ritmo de la música,
solo eran tres paradas de metro hasta su casa.

Una buena entrada de año,
olor a grandes retos,
esperanzas y sueños de mejor vida.
Las paradas seguían su paso,
su espalda reposaba contra la puerta de salida,
un áurea blanca envolvía todo su ser.


El sonido del teléfono paró la música,
contestó de manera vivaz, radiante, 
incluso diría que tierna.
Acto seguido,
su mano agarró fuertemente la barandilla,
y toda la luz que tenía alrededor; se apagó.

Las puertas del metro se abrieron en poble sec,
cabizbajo y con lágrimas en los ojos bajó del vagón,
guardó el teléfono y respiro fuertemente hacia la salida.
El metro se puso en marcha,
perdiendo la figura de aquel ser luminoso...
...que perdió la luz.

viernes, 3 de enero de 2020

Entre abierta



Deja abierta una puerta,
que entre la luz,
sin miedo; no hay nadie ahí fuera.

Recoge tus restos y cóselos,
sonríe a la vida de mierda que tienes delante,
dale las putas gracias por todo e intenta dormir.

Deja abierta la puerta,
que entre la luz de la noche,
que su manto envuelva tu cuerpo,
que su silencio te susurre al oído,
que su humedad apacigüe tu áurea.

Y reza por que aquel momento se alargue,
no tengas prisa por volver,
no hay nada más para ti que aquello que ya viste,
no hay más historias que aquellas que ya padeciste,
no hay espacio en esos cuentos para un esperpento.

Y no le des más vueltas,
a no ser que sean de girar y reír,
de gritar y brincar,
de mandar todo aquello a cagar.

Deja abierta la puerta,
y la ventana,
la vida,
la curiosidad.
Cose tus heridas y prepárate para otras nuevas,
mira hacia delante,
escupe desafiante al presente que se abre.







jueves, 2 de enero de 2020

Cuervo


El cuervo esperó paciente mi llegada,
jugó sus cartas y logró sacarme de mi morada.
El cuervo esperó paciente mi caída,
sabiéndose ganador de una partida maldita.
El cuervo supo verlo a lo lejos,
lo que unos decían y otros intuían.
El cuervo limpió bien su plumaje,
no quería asistir sucio a tal ensamblaje.
El cuervo y solo el cuervo,
lo único que tuve más allá de estos versos.

miércoles, 1 de enero de 2020

El punto Zero


Impotencia es lo que siento,
desamparo existencial en una espiral de sentimientos, que me hace intentar corregir sucesos de los cuales no tengo la llave.
Un vacío interior que me aprieta el pecho.
Un nudo en la garganta que amasa mis lágrimas para no dejarlas salir a la luz.
Mi confianza a vuelto a ser pisoteada, mis palabras; violadas.
He abierto de nuevo una puerta, para que vuelvan a romperla, para exigirme que la abriera de golpe, para encontrarme de nuevo en el engaño más absoluto.
Impotencia es su nombre.
Pongo tiritas en mis heridas, sonrisas insípidas en mis labios, gafas de sol en mis ojos, que no pueden ocultar su tristeza.
Y ya es navidad de nuevo, cuan dichosa es mi torpeza, que en esta época del año, me encuentro de nuevo en el cajón de los deshechos.
Abriendo regalos de desengaños, de palabras rotas, de promesas que no valen nada, de noches sin sueños o peor aun, de noches con sueños que no llegan jamás.
Todo termina y sigue su curso,
todo menos el terrible escritor,
que mira como las siluetas que estaban a su alrededor se difuminan a lo lejos,
dejándole a él solo con sus sueños,
tachándole de loco por no saber encajar los golpes,
pensando entre renglones como desglosar tanta materia.

Así se cierra un año,
pasando del amor; al absurdo,
de la alegría; a la incredulidad.
de los sueños; a los suelos.
Volviendo al punto Zero.