De un cuerpo diminuto venían sus entrañas,
sus ojos eran grandes,
su faz tenía rasgos anclados ya en vida,
su edad era aun temprana.
Era de piel suave y delicada,
de nariz mediana aunque con personalidad;
y las orejas siempre dirigidas hacia el sonido mas recóndito.
Andaba en pequeños grandes pasos,
con la sonrisa como bandera,
con la ilusión por delante
y los problemas era algo que no había aun saboreado.
Su luz cegaba,
su edad la guardo en el baúl.
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