Tus ojos se abrieron a los míos
dejando caer las lágrimas de tu amor más profundo.
Cada lágrima era un día que pasamos juntos,
cada palabra estaba impregnada del más sincero deseo de lo que nunca llegó a ser.
Nuestros corazones se escuchaban mutuamente
y sonreían por volver a verse.
Siempre seremos niños que sueñan con ser mayores,
siempre seremos nuestros.
De tus lágrimas rescaté los momentos dulces,
puesto que agrios no tuvimos,
y nunca estaremos solos,
porque siempre nos tendremos a nosotros
para saber que nuestro mundo sigue girando en pequeñas espirales,
espirales de felicidad a tu lado.
No eran tus lágrimas las que caían,
eran las nuestras.
Nunca me alejaré de tus sueños.
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