Las aguas se calman poco a poco.
Bajé hasta las profundidades para ocultar mis tesoros pasados,
en el camino encontré luces que me llamaban,
que hacía mucho que me llamaban.
He parado en Limbo,
pero no encontré a nadie,
solo botellas medio vacías de sueños perdidos
e imágenes borrosas sin sentido.
Me senté en una mesa,
aparté las colillas y el polvo de la mesa
y reposé mi cabeza,
que cansada de tantas idas y venidas
comienza a pedirme un chance.
Trazo melodías en mi cabeza,
compongo acordes nuevos,
que recuerdan a otros que fueron felices.
Juego a engañar al tiempo que me rodea.
Recojo mi cabeza de la mesa y sigo subiendo,
poco a poco veo la superficie,
que me espera y alerta de que tengo que pasar por descompresión
antes de salir.
El peso de la cabezota si subo tan rápido puede hacer que me explote todo,
subo ligero y seguro,
suelto poco a poco el aire que me queda en los pulmones.
Veo la superficie ,
ya casi la toco.
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