En un barco se movía mi vida,
atracando cuando quería,
asaltando el puerto que me apetecía.
Mil y una conquistas obtuve,
mas ninguna de ellas me saciaba.
Un polizón entró en el barco,
al descubrirlo le dejé dentro.
Después de bañarle
una muchacha se escondía debajo de la mugre.
Poco a poco el barco cambió,
los objetivos variaron,
las estrellas eran las únicas luces en nuestro camino.
Ya no hacían falta más botines,
ni asaltos,
ni noches enteras en tierras de pecado.
Mi lugar en el océano hube encontrado.
En mil batallas mi barco estuvo inmerso,
de mil tormentas pasó victorioso.
Como días tuve de calma,
como olas que chocaban con el casco firme de nuestros días.
Triste fue el día que las sábanas encontré vacías.
Triste el desconsuelo de la soledad que bañaba mis mares.
Ya no contemplo las estrellas en su firmamento,
ya no tengo amarres ni barco.
La cruel antorcha del cielo ha quemado mi barco.
Tu me hacías real,
tu me hacías real.
Ya no tengo fe,
ya no puedo creer en la fe.
Tu me hacías real.
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