No me siento mejor sin ellas,
me siento,
siento que cargo energía,
poco a poco paso mi mano por la cabeza,
cría que sería una sensación indescriptible después de tantos años,
pero es áspera y con poca sensibilidad.
Algo a cambiado.
Ahora al caminar, el pelo juega como un péndulo de arriba a abajo de mi cuello.
No tengo noticias de Dios,
tengo mucho que meditar,
mucho que aprender y vivir.
Hecho de menos.
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