martes, 4 de agosto de 2020

Versos cargados


Tengo ganas de escribir algo bonito,
algo destacable, 
animal,
mío.

Tengo ganas de gritarle a la vida,
de saltar entre árboles,
de sentirme ágil,
de danzar con mi sombra.

Tengo arañazos encima de arañazos,
mensajes en braille de los mosquitos en mis piernas,
sueños cortos en tempranos despertadores,
cafés dobles para días largos,
descansos mentales en sangre caliente.

Tengo ganas de contar historias,
de escribir palabras ligadas a otras palabras,
de trastear verbos en versos,
de conjugar los tiempos,
de hacerlos míos.

Guardo silencios en imágenes,
sudores entre cuerpos,
jadeos y risas,
libertades anacrónicas,
cuerpos ensamblados.

Manipulando el tiempos entre bambalinas,
sacando momentos de entre sueños,
las fuerzas de vitaminas capsuladas,
los descansos rumiantes,
sudores sofocantes.

Tengo ganas de seguir,
de reírme de la vida,
de días largos con los amigos,
de cuerpos que se entremezclan,
de sudores y más sudores.

Perdí la voz para dar un vuelco en mi comunicación,
sentado en la puerta de una casa con más de cien años,
entre gatos callejeros y contenedores de orgánico.
Respiro la suavidad del tiempo nocturno
al saludo de un nuevo día bajo el sol del infierno libertario.

Cansado de esperar los cambios,
me reciclé de impurezas,
buscando el abismo,
saltando vivaz a sus fauces,
ofreciéndome al sacrificio ficticio. 

Tengo ganas de escribir algo bonito,
de encontrar la manera,
de alinear los planetas,
de trazar un sendero hacia "la nada",
de cubrir de tinta el infinito.



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