No se dice adiós,
se dice hasta pronto.
Un fino cordón umbilical separaba la línea entre nosotros,
un cordón que he roto,
cansado de hacerme mal,
de ser malentendido,
una losa para una espalda delicada.
Y ahora,
el poder que ya estaba en sus manos,
queda totalmente en ellas.
Mientras,
el niño perdido continuará en nunca jamás,
escondido entre helechos,
sirenas,
piratas.
Esperando si un día llega volando la niña perdida que se hizo mujer y olvidó por que volaba.
Este niño perdido,
seguirá jugando con el viento y con las palabras.
Que un día compartió con ella
y otro con la pared.
Las palabras se pierden,
pero con la misma facilidad,
el viento las devuelve.
Y así,
las caza y las mete en un saco,
donde vuelven a cobrar sentido,
esperando de nuevo su momento para ser utilizadas.
Hasta la próxima niña perdida,
hasta la siguiente luna,
la siguiente estación,
la siguiente palabra con sentido...
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