miércoles, 26 de febrero de 2020

Heridas sin cicatrizar


En la mañana de año nuevo,
aquella donde los deseos pedidos aun están calientes,
en la que los teléfonos móviles no tienen batería debido a los mensajes de cariño de los tuyos,
y los afters de toda la ciudad se encuentran en pleno auge aun.
La ciudad respira.


La mañana del chocolate con churros,
la del primer polvo del año,
aquella que te prometes que será diferente,
que todo aquello que debías lo cambiarás.
Justo aquella mañana lo dejaste.

Un nuevo capricho?
algún motivo externo?
Acaso ocurrió algo tan terrible?
Debió de ser así,
o peor aun.

Una semana antes le prometiste...
o no lo hiciste?
Recuerdas que prometiste?
Puede que porque jamás lo consideraras en serio
y decir si a un bobo,
es más fácil que explicarle un no.
Aquella mañana en la que se irradia amor,
buenos sentimientos,
vómito,
cansancio
o vas aun por la tercera pastilla,
decidiste despreciar aquello que sí apostaba por ti.
Y ahora?
Qué pretendes, tomarte unas cañejas por el raval?
Quedar para ir al cine?
Dejar que te cuide las plantas cuando marches de viaje?


No.

Claro, no era para tanto, verdad?


Tienes miedo a que te olvide,
que siga su vida,
que sea feliz,
que conozca a otra u otras.
Lo habrá hecho ya?
"Fue algo momentáneo" te dirás,
"cosas de pareja" le repetirás al cerebro.
Pero dime cerebro:
Cuantas de aquellas cosas sufriste tú de el?





Al cerrarle la puerta,
olvidaste tus llaves dentro,
justo al lado de los deseos que él pidió a cien metros de la plaza de españa,
mientras miraba los fuegos artificiales.
Aquellos que se quemaron y esfumaron justo horas después.

Aquel corazón que cogía el metro por la mañana en tu busca,
era tan grande,
que tuvo que pagar dos viajes de metro para poder entrar.
Pero en solo tres paradas,
las más largas de su vida,
menguó tanto,
que lo metió con sigilo en el bolsillo pequeño del pantalón
y disimuló con tímidas sonrisas,
la última vez que maltratabas su confianza
y su pequeño corazón.

Sincérate contigo misma.
No sabes que quieres,
ni donde,
ni por que.
Nunca has tenido necesidad de saberlo.
Pero deja que alguien,
que su único fallo fue creer precisamente en ti,
que sufrió tus cambios de padecer,
tus engaños,
y tus inseguridades.
Deja que esa persona
pueda sonreír en paz.

Y tu sonríe también,
busca aquello que creas más conveniente,
cambia de camisa las veces que haga falta,
danza alegre entre bambalinas,
cómete la vida.
Que el hará lo mismo.



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