En días de lluvia se encuentran los últimos coletazos del verano.
Un año más,
sudoroso y laborioso,
aprovechando su sequedad para salir del lodo
y saludar así a los árboles que lo ocultan del sol.
Envuelto en una fina capa de piel,
camisas carentes de tela,
tendones y músculos abrazando un enjambre de huesos
con los brazos alzados,
recibiendo un manto de lluvia,
una ducha natural,
un loop de gotas chocando contra el suelo,
bajando desde sus ojos,
temperando aquel cuerpo siempre pensante.
Días de lluvia con miradas cristalinas,
ojos pendientes,
voces hermosas,
coincidencias o realidades más allá del típico tópico,
almas perdidas relacionadas por los seis grados de separación.
Cuerpos
cuerpos que transmiten,
se sobrealimentan,
se transportan a lugares que antes creían solo suyos,
viajando entre corcheas arqueadas,
creando notas fuera del pentagrama,
de los parámetros estereotipados.
Ungiendo versos sin hablarlos,
transmitiendo pensamientos en impulsos eléctricos de código cifrado,
saltándose los semáforos,
el tiempo y los pasos que dan lugar a las historias llenas de polvo.
Días de lluvia,
veranos que terminan,
sueños y más sueños...
No hay comentarios:
Publicar un comentario