Al besarla todo cobró sentido,
el tiempo se paró,
la luz circulaba a su alrededor,
las personas que los rodeaban dejaron de existir.
La chispa que se había producido al besarse,
se había convertido en fuego.
Sus lenguas jugaban a encontrarse,
entre tímidas sonrisas
y miradas perdidas en la inmensidad de los ojos del otro.
De pronto,
sus labios se hicieron hermanos,
sus manos bailaban entre sus cuerpos;
lo único que escuchaban,
era su corazón latiendo al unísono.
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