Otro domingo más en Gracia. Otra noche sin descansar, luchando contra el mosquito glotón y molesto, mientras Cohen y Tres vigilan a mi lado cualquier cosa...menos el jodido mosquito.
Recoger el periódico, mientras veo a los últimos borrachos llegar a casa y los primeros trabajadores adelantando a los corredores matutinos corriendo de camino al metro.
La señora María que llega siempre puntual, y al verla, siempre le tengo preparado su cortado descafeinado y la pasta encima de la mesa, su mesa.
El equipo de limpieza del ayuntamiento, que semana tras semana pinta y vuelve a pintar la reja de la puerta del mini supermercado de enfrente.
Las señoras que entran al baño y charlan del por que no hay en este país lavabos públicos, mientras las escucho y bebo mi zumo de naranja.
Al quedarme solo, en ese intervalo de tiempo, caliento una pasta de ayer. Está rellena de chocolate. Le doy un mordisco y la cabeza me dice :
- Te quitaste la carne, pero tomas grasa? -
Así que miro la pasta y la lanzo a la basura. Tampoco estaba muy bueno...
La señora María, me explica algo más de su vida, como cada domingo. La señora comparte conmigo pequeñas historias que de seguro la transportan a aquellas épocas en las que era joven y feliz.
Me vuelvo a quedar solo. Preparo un mini bocadillo de queso, que será mi almuerzo, para acompañar el segundo vaso de zumo.
Leo un poco los periódicos, lo justo para saber que pasa en el mundo de buena mañana y para que vuelva a entrar alguien.
Todo es mecánico. Servir, limpiar, reponer...volver a servir y vuelta a comenzar.
Otro domingo en Gracia.
Recoger el periódico, mientras veo a los últimos borrachos llegar a casa y los primeros trabajadores adelantando a los corredores matutinos corriendo de camino al metro.
La señora María que llega siempre puntual, y al verla, siempre le tengo preparado su cortado descafeinado y la pasta encima de la mesa, su mesa.
El equipo de limpieza del ayuntamiento, que semana tras semana pinta y vuelve a pintar la reja de la puerta del mini supermercado de enfrente.
Las señoras que entran al baño y charlan del por que no hay en este país lavabos públicos, mientras las escucho y bebo mi zumo de naranja.
Al quedarme solo, en ese intervalo de tiempo, caliento una pasta de ayer. Está rellena de chocolate. Le doy un mordisco y la cabeza me dice :
- Te quitaste la carne, pero tomas grasa? -
Así que miro la pasta y la lanzo a la basura. Tampoco estaba muy bueno...
La señora María, me explica algo más de su vida, como cada domingo. La señora comparte conmigo pequeñas historias que de seguro la transportan a aquellas épocas en las que era joven y feliz.
Me vuelvo a quedar solo. Preparo un mini bocadillo de queso, que será mi almuerzo, para acompañar el segundo vaso de zumo.
Leo un poco los periódicos, lo justo para saber que pasa en el mundo de buena mañana y para que vuelva a entrar alguien.
Todo es mecánico. Servir, limpiar, reponer...volver a servir y vuelta a comenzar.
Otro domingo en Gracia.
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