El humo contiene mis nervios sin que aparente nada más que humo
y solamente humo lo que de mi mano sale.
Pero soy un ser nervioso,
aunque en apariencia tranquilo,
que de tanto pensar y tanto escudriñar,
humo sale por mi áurea.
El reloj continua su paso en el tiempo,
marcándolo sin compasión,
sin esperar a nadie.
Mis manos corren como arañas,
utilizando sus cinco dedos como si se tratara de cinco patas,
subiendo y bajando el teclado,
sacando la ceniza del cigarro,
contando los minutos para la partida.
Los ojos desfallecen por momentos,
cansados de ver letras,
maltratados por ver guerras y desastres.
Ya no hay dolor,
ahora hay valor.
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