Bailando un tango nocturno,
entre el yin yang,
los pies desnudos,
la tinta pintando el cuerpo.
Un paso tras otro,
donde nadie espera nada,
todo es a cambio de nada,
las miradas que refuerzan el alma.
Un susurro en la oreja,
una mano en el pecho,
un espalda arqueada,
dos compases por segundo.
El abrazo en silencio,
los labios resecos,
los espasmos del momento,
dormir sin aliento.
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