Tengo lo que quiero.
Detrás de las palabras no hay un rostro,
una imagen,
un icono.
Solo una razón.
Obtengo lo que toca,
no lo que merezco.
Lo que es,
lo que corresponde.
Como es.
Noches que se hacen días,
jornadas cortas de estupidez,
conversaciones banales,
nervios,
mordazas.
Tengo lo que quiero,
lo que toca,
lo que afronto y percibo,
lo que otros lloran...
yo lo sangro.
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