Después de esconder y controlar la sombra furiosa,
durante años oculta,
la veo en mi reflejo;
deseando salir.
Yo,
impasible,
le hablo con dulzura.
Le digo que para cosas que no valen la pena,
no debe salir.
Le digo que el dolor sufrido,
es más por uno mismo y su estupidez:
- Torpeza y lentitud notable en comprender las cosas - ,
que por lo que puedan infligir el hecho en sí agentes externos.
Le digo que de la torpeza y la estupidez se puede salir,
pero el ser que desea el mal,
sufre más por ello,
que por poder realizarlo.
Le digo que vuelva a esconderse,
que no la necesito.
Que sé donde está,
pero que no la necesito.
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