Cambié para bien,
me centré,
me encontré,
pero ella me pegó con sopa.
Dejé de salir,
de relacionarme,
de trasnochar,
pero ella me pegó con sopa.
Evité las palabras,
las letras,
el lápiz,
pero ella me pegó con sopa.
Intenté redimirme,
pasar página,
ser adulto...
y ella me pegó con sopa.
Y ahora con sopa en los recuerdos,
sonrió,
escribo,
sueño.
Pero ahora pienso,
que si ella me pegó con sopa,
lo busqué,
lo soñé.
Que si no lo hubiera hecho,
lo habría hecho yo,
me hubiera fustigado,
castigado.
Ya que si no lo hubiera hecho,
seguiría allí,
sin paso,
sin rumbo.
Así que ella me pegó con sopa,
por que yo no podía,
por comodidad,
por estupidez.
Por que si ella me pegó con sopa,
fue por que estaba escrito,
por que lo merecía,
por que lo fue.
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