Acabo de terminar este libro, de Mark Rowlands.
Realmente, me he tomado mi tiempo, por todo lo que trae este libro. La vida de un filósofo con su Lobo Brenin. Un libro que me ha hecho pensar en mi relación con mi perro Cohen, y en la vida en general.
Recuperaré un extracto del libro, para que os hagáis una idea, de una de las facetas del libro, y de por que he tardado en leérmelo.
Nunca experimentamos el ahora como tal: el ahora originario es una abstracción y no se corresponde con nada que podamos encontrar en la experiencia
Lo que llamamos el ahora es en parte pasado y en parte futuro. Nosotros, los seres humanos, hemos llevado esto a un nivel completamente nuevo. Gran parte de nuestra vida la pasamos viviendo en el pasado o en el futuro. Tal vez, cuando lo intentamos con ahínco, podamos experimentar en ahora de forma parecida a como lo hace un lobo, como algo sólo mínimamente escrito por las retenciones del pasado y las protensiones del futuro, pero no es nuestra forma habitual de afrontar el mundo. En nosotros, y en nuestra experiencia habitual del mundo, el ahora ha sido borrado, se ha visto reducido a la nada.
Ser una criatura temporal tiene numerosas desventajas, algunas de las cuales son obvias y otras menos.
Una desventaja obvia es que pasamos una cantidad considerable, quizá desproporcionada, de nuestro tiempo pensando en un pasado que ya no existe y en un futuro que está por venir. El pasado que recordamos y el futuro que deseamos conforman de manera decisiva lo que ridículamente denominamos el aquí y ahora. Las criaturas temporales pueden ser neuróticas de un modo que no pueden serlo las criaturas del momento.
La temporalidad, no obstante, también tiene inconvenientes más sutiles e importantes. Existe una especie de plaga temporal que sólo afecta a los seres humanos, ya que sólo los humanos viven lo bastante en el pasado y en el futuro para que esta dolencia nos aqueje. Como se nos da mejor mirar a través de momentos que mirar los momentos - dado que somos animales temporales - , queremos que nuestra vida tenga sentido y a la vez somos incapaces de entender cómo podría tenerlo. El regalo que el tiempo nos hace es desear lo que no podemos entender.
Realmente, me he tomado mi tiempo, por todo lo que trae este libro. La vida de un filósofo con su Lobo Brenin. Un libro que me ha hecho pensar en mi relación con mi perro Cohen, y en la vida en general.
Recuperaré un extracto del libro, para que os hagáis una idea, de una de las facetas del libro, y de por que he tardado en leérmelo.
Nunca experimentamos el ahora como tal: el ahora originario es una abstracción y no se corresponde con nada que podamos encontrar en la experiencia
Lo que llamamos el ahora es en parte pasado y en parte futuro. Nosotros, los seres humanos, hemos llevado esto a un nivel completamente nuevo. Gran parte de nuestra vida la pasamos viviendo en el pasado o en el futuro. Tal vez, cuando lo intentamos con ahínco, podamos experimentar en ahora de forma parecida a como lo hace un lobo, como algo sólo mínimamente escrito por las retenciones del pasado y las protensiones del futuro, pero no es nuestra forma habitual de afrontar el mundo. En nosotros, y en nuestra experiencia habitual del mundo, el ahora ha sido borrado, se ha visto reducido a la nada.
Ser una criatura temporal tiene numerosas desventajas, algunas de las cuales son obvias y otras menos.
Una desventaja obvia es que pasamos una cantidad considerable, quizá desproporcionada, de nuestro tiempo pensando en un pasado que ya no existe y en un futuro que está por venir. El pasado que recordamos y el futuro que deseamos conforman de manera decisiva lo que ridículamente denominamos el aquí y ahora. Las criaturas temporales pueden ser neuróticas de un modo que no pueden serlo las criaturas del momento.
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