lunes, 15 de julio de 2019

Balas/vidas perdidas


Mi vida se va a la mierda...
No aguanto nada,
no aguanto a nadie,
menos que nadie
a mí misma,
no sé si quiero estar sola
y volver a la tranquilidad
de mis días
o aferrarme con garras
y dormir con alguien
mis noches,
quizá es porque me engancho
a la idea como una yonkie
del amar incontrolado
y siento que voy a tirar
cualquier atisbo de oportunidad
-no sé si quiero autoconvencerme-
por el retrete,
junto con cada sueño roto
que atesoré estos años
en grandes tuppers de plástico...
La semana pasada
un arranque de melancolía
una visita
un reencuentro
me hizo pensar
qué ha sido de nosotros
hacia dónde van nuestros pasos
gastados y desorientados,
corriendo siempre
sin mirar atrás...
Éramos tan nihilistas
tan intensos
y teníamos el corazón
tan inflamado...
Y ahora sólo somos
como envoltorios
en los que quedan migajas
restos de chocolate
de lo que fue...
Una tristeza inconclusa
se apodera de mí,
siento que quiero pegar,
que quiero gritar, 
acabar con todo,
romper cosas,
romperme yo,
por si no estuviera
suficientemente rota ya...
Voy al trabajo
con la cabeza gacha
y los ojos mirando nada,
arrastrando los pies
hacia el vacío, 
la salvación en el abismo, 
como si pesaran un poco más
que lo que me pesa dentro.
Pienso en mi amigo,
mi compañero de fatigas,
y en lo que fue de lo que éramos,
yo, él, y todos.
Creo que necesito urgentemente,
un suicidio emocional
o unas largas vacaciones.
Ahora mismo siento
que no hay mucha diferencia
entre lo uno y lo otro.

Patricia Aliaga Gimenez



                                                                                                              Gracias Sirena

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