Tu eras mi chispa,
mi alegría,
mi motivo para sortear los obstáculos.
No importaba nada,
ni nuestras diferencias,
ni nuestra edad.
Tu eras lo que quería,
sin haberlo pedido,
sin haberlo creído.
Una pulga saltando por mi cama,
una yonki de mi olor,
una brisa de aire fresco.
Tu eras lo mejor que tuvo un nefasto año,
la pausa entre mis batallas,
el abrazo de las noches.
Una muñeca parlante,
una vendedora de órganos,
una superviviente.
Me enfrasqué en caer,
me asfixié con mis temores,
desperté tarde y perdí.
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