miércoles, 27 de enero de 2021

Montañas rusas

 



Lo peor de tener depresión, es tenerla.

2020 iba a ser mi año, lo sentía así, lo veía.

Lo comenzaba con el enésimo y último desplante de mi (ex) pareja, con las ganas y la seguridad de dar un paso más como cocinero y quitándome lastre de cosas o personas que no aportaban absolutamente nada en mi vida.

En febrero, la ciudad se preparaba para el Mobile World Congress, una de las ferias tecnológicas más grandes del mundo. En esa semana, la ciudad y sus Restaurantes se llenaban hasta la bandera.

Pocos días antes, diferentes marcas y patrocinadores anunciaban su renuncia a acudir por miedo a un virus que estaba causando estragos en la vecina Italia. Se llamaba Covid_19 y aunque aun no lo sabía, se iba a convertir en mi mayor enemigo.

Una mañana, al llegar al trabajo iba leyendo las noticias y en cuestión de treinta minutos, 120 empresas anunciaban su renuncia al MWC. En treinta minutos! La consecuencia: Se anula el evento.

Barcelona cayó presa del pánico. Con pérdidas de más de 500 millones de Euros y 15.000 empleos!

"No pasa nada, nos sobrepondremos a esto" Pensé.

Unos días después, la empresa para la que trabajaba me despedía.

"No pasa nada, se me quedaba pequeña" Pensé.

Comencé a buscar trabajo, o mejor dicho, comenzaron a llegar ofertas:

- Alemania, Austria, Italia, Portugal, Argentina, Estados Unidos...

Me tomé unos días para valorar las propuestas, hasta que mi archienemigo volvió a aparecer y primero Italia, después España y así el resto de Europa, cerró!

Pasamos a la ley marcial o confinamiento domiciliario.

Las ciudades se quedaron desiertas y todo cerró.

"No pasa nada, la situación se controlará en breve" Pensé.

El confinamiento lo pasé haciendo fotografías de un presente apocalíptico y un vacío hermoso.

Mis cuentas cuadraban, había conseguido tener un colchón de ahorros por si acaso. Pero entonces, Hacienda me dio un palo con mi declaración y una compañera del piso ( a mi nombre ) decidió dejar la habitación sin comunicármelo. 

Consecuencia: Adiós colchón.

"No pasa nada, esto no durará mucho" Pensé.

Los días pasaban entre salidas fotográficas, películas, literatura y amigos.

No habían ofertas. De ningún lugar! Aunque después de muchas entrevistas, conseguimos compañera de piso nueva.

Llegó Junio y la "llamada" desescalada. Las cosas comenzaron a abrir y las ofertas de trabajo, poco a poco volvían a aparecer, aunque no como pensaba. En mi sector ( la hostelería ), rozaban la esclavitud.

Así que cuando recibí la llamada de una amiga, para trabajar en el campo en Lleida, no lo dudé.

"No pasa nada, estaré entretenido y cuando vuelva en Septiembre, todo habrá acabado" Pensé.

En Lleida, trabajábamos de sol a sol por 6.04 Euros la hora. Y digo de sol a sol, por que si llovía, ni trabajabas y por supuesto ni cobrabas.

"No pasa nada, al menos respiro aire puro" Pensé.

Un fin de semana pude bajar a casa y desconectar del campo. Hicimos unas copas, una cenita y varios de mis amigos decidieron que la amistad que les brindaba debía sujetarse a unas condiciones dictatoriales o me retirarían la palabra.

"No pasa nada, no puede ir en serio" Pensé.

De vuelta a Lleida, el nivel de digamos explotación y maltrato llegó a tal punto, que una semana antes de concluir, dimití.

"No pasa nada, al menos he podido disfrutar de la naturaleza" Pensé.

Y así llegamos a Septiembre, conocí a alguien especial, se avecinaba mi cumpleaños...y el de mi padre.

Comenzamos a barajar la posibilidad de bajar a Benidorm...pero entonces, cerraron las Comunidades Autónomas.

En otro orden de las cosas, no me mandaron los papeles de Lleida, con la consecuencia directa de no poder renovar mi prestación de desempleo.

"No pasa nada, algo saldrá" Pensé.

Y entonces, la hostelería volvió a cerrar.

Me mantuve entretenido cocinando...y me volqué de lleno con la pastelería. Poco tiempo después, volví a la cocina en Sitges, de la mano de un buen amigo.

Gran cocina, buena carta, buen lugar. Era una gran oportunidad para seguir soñando.

Pero entonces, la hostelería cerró de nuevo.

"No pasa nada, en breve volverá a abrir" Pensé.

La falta de dinero y de recursos eran desde hacía semanas una realidad.

Opté por volver a la cocina tradicional ( en casa ). Ya sabéis:

- Potajes, cremas...se aprovecha todo absolutamente.

Aunque claro, tuve que cortar cualquier gasto innecesario. Lo que conllevó a salir solo para lo necesario y limitar las compras.

"No pasa nada, puedo con esto..." Pensé.

La hostelería volvió. Aunque no como yo creía. Con unos horarios paupérrimos y unas ofertas denunciables, al mismo tiempo que terriblemente colapsadas.

Aunque salió la opción de hacerme cargo de un local cerca de mi casa. Después de horas trabajando con un amigo, preparando carta y vinos. La propuesta cayó.

"No pasa nada, al menos me han pagado lo que quedaba de prestación" Pensé.

Llegó la navidad y con ella una de las tetas del capitalismo. Se dio rienda suelta a las grandes superficies causantes de la pobreza y la explotación para poder abrir de par en par sus puertas, no así a la hostelería. Así que probé a pasar las fiestas con mi familia.

Pero las Comunidades Autónomas decidieron cerrar sus fronteras.

"No pasa nada, las celebraremos en casa con los amigos, seguro que después de fiestas vuelve la calma" Pensé.

Entre tanto, otro amigo vino a vivir al piso, parecía que tenía pareja y que la cosa se calmaba.

Pero el gobierno alargó las medidas hasta después de la navidad.

Consecuencias: Se me acababa el dinero, la esperanza, la ilusión...

Comencé a quedarme en la cama, a dejar de hablar, salía poco de casa...respondía de manera abrupta a mis amigos.

"No pasa nada, me voy a cagar en su puta madre..." Pensé.

Así llegué al 8 de Enero. Ese día tenía dos propuestas:

- El aniversario de una amiga

- Y el aniversario de mi pareja

No fui ni a una, ni a la otra. Me recluí en casa, sin saber quien cojones era o que me estaba pasando.

Consecuencia: Perder la cabeza.

Pocos días después desperté y me vi en el lodo.

"No pasa nada, de esta se sale hablándolo y reconociéndolo" Pensé.

Lo valoré como una victoria. Reconociendo mi caída en picado en depresión, podría salir de ella. Así que lo hablé con un par de amigos y con mi pareja. 

Consecuencia: Nadie se lo tomó en serio, mi pareja se alejó y yo me quedé hablando con la pared.

"No pasa nada...no pasa nada? Me cago en d..s!, si que pasa! esto va a cambiar" Afirmé.

He cambiado mis hábitos. No hay esperanza, pero aun así salgo del pozo. 

Aprovecho las horas de luz. La fotografía y la cocina me motivan y alimentan. Y las palabras me ayudan a explicar y comprender lo que ha sido un año lleno de obstáculos y superaciones.

"No pasa nada, es mejor esto que morirse" Dijo una niña.



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