Sevilla 2020
Si para despertarte necesitas veinte minutos más,
una ducha con la calma
y terminar de preparar la maleta.
El resultado es que vas puto tarde.
Si a ello le añadimos las colas en el aeropuerto,
sacar las cámaras y el portátil de la mochila,
localizar el vuelo.
Aún llegué cinco minutos antes de que cerraran las puertas.
En todo este proceso, no bebí nada. Era como el primo de bocasecaman. Así que cuando me apartan de la fila, dejan que pase todo el mundo delante y me dicen que he de pagar 25 euros por la maleta. Soy incapaz de decirle a la azafata, que la maleta cabe perfectamente debajo del asiento. Por boca seca.
Al entrar, me toca en medio de una hipster y un tío ya dormido, bien agustito y esparramado que además me cierra la ventana.
El vuelo dura 1h, así que no pido nada para beber.
Lo paso haciéndome el tipo malo: Móvil con internet.
Al llegar a Sevilla, mis labios son de cartón, recojo la maleta y salgo. Allí me espera mi hermanico; July.
Ponemos rumbo a su pueblo, Valencina de la Concepción, recojemos a su perra y la llevamos al veterinario. Allí entre perros y caballos, una máquina de refrescos. Por fin pude beber algo y recuperar la voz.
A partir de ese momento y lo que tiene Andalucía, es que vas de bar en bar, hablando con mucha gente y tomando muchos quintos.
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