jueves, 14 de enero de 2021

Recuperando terreno

 

Caí,

caí bajo,

muy bajo.

Quizá llevaba semanas,

o meses,

aunque no lo vi.

Cuando desperté,

aún estaba cayendo,

sin brazos donde apoyarme.

Perdí esperanza,

perdí brillo,

perdí alegría.


Y seguí cayendo,

y cayendo,

hasta que toqué el suelo.

Y allí abajo,

me vi solo,

me vi oscuro.

En absoluta oscuridad,

recuperé un mechero

y pude ver una puerta.

Apagué las dudas de mi desidia,

abrí la puerta

y tras de sí encontré tres puertas más.

La primera se llamaba confianza,

al entrar hallé a seguridad,

recuperé esencia.

La segunda se llamaba amistad,

al entrar hallé a espíritu,

recuperé pureza.

La tercera se llamaba sinceridad,

al entrar estaba un espejo que solo a mí reflejaba,

recuperé valentía.

Al salir,

respiré,

recuperando a paciencia.

Siempre que se cae se pierden cosas,

se olvidan sensaciones,

se nubla la mente.

Pero es justo al final,

cuando se sale de aquel pozo,

cuando puedes dar tu brazo.

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