Me siento como si sonara Fuckin´in the bushes de Oasis,
entrando por un gran pasillo, hacia una sala repleta de gente que te aplaude,
y no sabes por que.
He llegado a una época que no pensaba,
que no me enseñaron.
Aun envuelto en polvo de hadas,
desdichas y carcajadas,
viviendo el sueño eterno;
mi sueño eterno.
De pronto beautiful life de shawn Anthony suena a través del auricular,
pienso todas aquellas cosas que hice,
las sonrisas regaladas,
los abrazos, siempre abrazo,
traspasando la energía libre,
como siempre me he sentido.
En el salón de una casa oscura,
con white stripes de fondo,
esos riffs que tanto imito y bailo,
celebro no haber muerto,
celebro ser, conmigo mismo.
Sigo pensando que el mañana será hermoso,
sigo escondiéndome debajo de las sábanas cuando tengo miedo,
sigo sonriendo a la lluvia,
a la estupidez,
a mi reflejo.
Ensimismado y desprotegido,
creador de esencias y sonrisas,
mujeriego y romántico sin causa.
Somos tantas cosas,
soy tantas cosas,
que es un arduo trabajo llevarme bien conmigo mismo,
aunque hace mucho que lo logré.
Todo está por hacer,
o quizá, nunca hubo nada que hacer,
nada que no te hiciera feliz.
Sigo viendo al espejo,
a aquel niño que soñaba despierto,
que se escondía del mundo y creaba uno propio.
Lo lograste.
Todo lo que queda es un regalo,
son las páginas de aquel diario que husmeaban tus hermanas,
las páginas en blanco.
Sigo bailando detrás del sonido de una bicicleta,
sigo mirando el contorno de la gente en el metro,
sigo preguntando cosas intrínsecas,
trazando versos en labios ajenos,
tejiendo sedas añejas,
espirales cíclicas tatuadas en mi cuello,
paseos por la luna de LSD,
lágrimas de sangre que me hacen sentir vivo,
cuentos de tiempos a destiempo,
cual conejo con prisa,
cual pirata a la deriva constante sin brújula al volante.
Un amor odioso,
rodeado de negativas infinitas,
lastrándolo solo hacia la siguiente aventura.
Y he aquí que me hallo,
entre petas de yerba y cubatas de Vodka,
palpando el presente,
sin importar el futuro.
Siempre libre,
siempre yo.