A veces mi cuerpo despierta inerte,
mi alma dormida,
mis ojos abiertos.
Y mi mente exclama bien alto:
- Despierta y lucha contra esta horrible apatía!.
Mi cuerpo se levanta,
mis piernas caminan,
mis ojos no quieren ver su reflejo en el espejo.
Y mi mente exclama de nuevo:
- Sal de mí, extraña apatía!.
Un café para despejar,
dos cucharadas de azúcar para endulzar,
un par de vueltas con la cuchara para mezclar,
unos cuantos pasos para el sofá,
unas décimas para pensar.
Una sonrisa bonita,
una mirada de ternura peluda,
un maullido de mañana,
una vista al horizonte,
donde la nada es el rey.
Y es ahí donde mi mente exclama:
- Sal de aquí apatía!,
por que todo tiene un final,
y por mucho que insistas,
volverán las sonrisas!.
El día transcurre,
los colores cambian,
las horas mastican,
los sueños duermen,
se acaba el día.
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