Hace muchos años, conocí a un par de tipos muy peculiares. Hablaban muy alto, en todos sitios. Parecía que siempre estaban de fiesta, conocían o decían conocer a mucha gente, bailaban por casi cualquier cosa...pero sobre todo, parecían felices.
El rasta ( llamémoslo así ), acababa de romper con su chica después de un año complicado. Digamos que aquello le impulsó... al borde del suicidio.
Tras pasar tres días encerrado en una habitación llorando como una magdalena, se fumó un porro. Y ya sabemos que después de un porrito, las tripas hablan. Por lo que se fue a comer al restaurante más grasiento que pudo encontrar, cruzo la mirada con una chica y olvidó el nombre de la malvada y puta* de su ex.
(*Realmente pensé en poner Bruja o Víbora, pero lo creí ofensivo)
Por su parte, el calvo ( así será nombrado ), acababa de pasar prácticamente por lo mismo que el "pringao" de su amigo. Con la diferencia de que el Calvo se quedaba sin casa.
Así, que el entendimiento fue inmediato.
Una puta mañana cualquiera: ( por cierto, suena el teléfono )
- Hey - Dice el Calvo
- Hey - Contesta el Rasta
( el hey, está bien. Sin exclamación. Lo que se le conoce como el saludo no efusivo )
- Qué dices...? - Pregunta el tarado que ha llamado
- Pué mira...aquí - Contesta el filósofo rastafari
- Pues vale...me subo o qué? - Asiente/pregunta//va pá arriba el Calvo
- Venga! aquí te veo - Responde una neurona fumada del Rasta
Y así, un día como otro cualquiera. Digamos frío, con niebla o mucha niebla y puede que lluvia... Un puto día normal en aquel lugar normal, llegó el Calvo a casa del Rasta. Vale!
Al menos es lo que me contaron.
Yo los conocí una día bailando encima de una maceta redonda. Eran dos gilipollas que me hicieron gracia. Bailando y cantando una estupidez mientras no paraban de reír.
Después de unas cervezas pude conocerles mejor. Cuando salían de fiesta, solían no conocer a nadie, pero al rato, se hacían con todo el local. Todo el mundo quería estar al lado de esos chiflados. Y cuando digo todo el mundo, me refiero a todo el mundo.
Siempre estaban rodeados de artistas, músicos...y mujeres. Muchas mujeres.
Que cómo lo hacían? La verdad? No tengo ni puta idea! Pero se metían en los camerinos de los conciertos, les invitaban a chupitos y las camareras les daban sus números de teléfono. Jamás vi a ninguno de ellos apuntándolos. Les daba igual. Eso, o iban tan fumados que ni siquiera lo recordaban.
El rasta era el típico de pantalones anchos, paz y amor, bla bla bla. El típico guapito gilipollas que se me merece una buena hostia. Dicho de otro modo: el cabrón que se va a follar a tu novia.
El calvo era más afable. Con su cara angelical, su mirada difusa y su buen temple. Lo que yo llamo un futuro psicópata en potencia.
El calvo tenía gafas, no veía una mierda!. Una vez le pedí que dejara de mirarme y contestó que estaba mirando a otro sitio. Otras veces te hablaba muy pausado y terminaba diciéndote que podría quemarte vivo.
Pero juntos, tenían el don de animar todos los sitios.
Una tarde cogieron un coche de juguete que estaba en la basura, miraron a su alrededor y se dirigieron a una calle, muy estrecha, que hacía pendiente. La calle era de piedras, se lanzaron alrededor de tres veces cada uno. Y no se mataron.
Una mañana, después de una fiesta, se metieron en el campo de al lado, a recoger balas de paintball...mientras los que jugaban a la "guerra" no cabían en su asombro al verlos agazapados y riéndose sacando balas y gritando bien fuerte el color de cada una.
Otro día, en una cafetería. Una cuchara se cayó al suelo. Los dos se miraron y comenzaron a cantar una canción que era algo así como, cito textualmente:
El baile de la cuchara,
el baile de la cuchara,
el baile de la cuchara.
Y así hasta que se cansaban.
Estuvieron poco con esa gilipollez? No, eso perduró. Cambiaban la palabra "cuchara" por cualquier otra.
Era habitual encontrártelos por la mañana, comprando el pan en pijama, con las zapatillas de pies de dinosaurio y la sonrisa de oreja a oreja. Siempre me preguntaba si se acaban de despertar o si dormían alguna vez.
En una de sus noches, el calvo pilló cacho.
- Hey tío, con quién estás ligando? - Le pregunto
En esto, que el rasta salía del baño.
- He visto un monstruo! - Dice riéndose
- Que dices, tío? - Responde/pregunta el calvo
- Era como una mezcla entre el pingüino y Margaret Thatcher, joder tío!!! que fea! - Responde el rasta
Al ver al rasta hablar de aquella manera, nos reímos y pedimos unos tragos.
- Hey calvo! - Dice una voz femenina a nuestro lado
Al verla, el calvo nos la presenta.
- Esta es ( no tiene importancia ) - Dice el calvo
Al verla, el rasta se pone colorado, sus ojos comienzan a lagrimar y se atraganta con el trago. La chica vuelve con sus amigas y se cita con el calvo para más tarde. Pero mientras se daba la vuelta, una carcajada del rasta la siguió un estruendo en forma de adjetivo.
- La fea!!!!! es la fea!!!! - Gritó el rasta
La noche siguió entre alcohol y risas, lo que provocó que tres tíos alcoholizados y con una mente privilegiada para el cachondeo, pasáramos la noche jugando a:
"Escapa de la fea"
Se trataba de huir, de una manera muy absurda y poco disimulada de aquel ogro.
Meses después, una noche, la fea en un encuentro random con el calvo le preguntó:
- Porqué me llaman, la fea? - Pregunta eso
El calvo, la miró dulcemente, le dio un beso entre la frente mal construida y las enormes gafas de culo de vaso y le dio aquellas dos palmaditas en el hombro; mitad paternales, mitad duele mirarte. Y no dijo nada.
Otra noche en una fiesta coincidieron tres amantes de el rasta. Mientras esquivaba a una, se le presentaba la siguiente y al rato la siguiente de esta. El tío, ni corto ni perezoso, lo llevaba con una pasmosa y muy asquerosa normalidad ( Maldito hippie de mierda. Ahí se muera, mucho ).
Tenían un imán para todo. Y eso también incluía a los mega freaks.
Una noche, un chico que llevaba una camiseta de un equipo de fútbol y que parecía que tenía epilepsia por su manera de bailar, se unió a nosotros. Le llamaron Cassano.
Pasamos toda la noche animándolo a bailar en el podio y acercarse a las chicas con esos movimientos pélvicos tan escalofriantes. Esperando que alguien llamara a la policía y se lo llevaran.
Esa noche nos fuimos todos a la casa punk. Por la mañana, al despertar a Cassano:
- Calvo!!! esto...el tío este no se levanta. - Dice el rasta
- Que dices? pues dale un hostia! - Responde el calvo
El rasta volvió a intentar despertarlo:
- Oye...tío...va tío...que tenemos que largarnos - Le dice el rasta
Al ver que no se levantaba, el rasta levantó su cabeza, descubriendo un gran manto de Ectoplasma! Si, qué pasa? era Ectoplasma, como el de los putos cazafantasmas.
- Joder tío!! - Grita el rasta
- Que pasa? - Pregunta el calvo
- Cuando veas tu almohada... - Le contesto
Entonces, Cassano despertó.
- Hey tíos...!! dónde estoy? jejjejeje - Dice Cassano
Nosotros, aun en shock por el Ectoplasma y Cassano explicándonos que se tomaba una medicación muy fuerte para no tener que matar a la humanidad.
Salimos todos hacia el mismo sitio, así que subimos juntos al tren. Allí, en el tren, Cassano intentó sentarse con nosotros, a lo que rápida y educadamente le dijimos:
- Pero tú estás chalao? anda y tira pa ahí con tus babas Ectoplasmósicas! - Le indicó "dulcemente" el calvo
Cassano, lejos de venirse abajo, se sentó en los asientos de al lado, se puso cómodo y estuvo durante 45 min, soltando babas justo al lado de una pobre mujer asustada.
Luego lo dejamos por ahí.
Una tarde me invitaron a su casa. Era como una especie de bar punk o habitación adolescente, con muchas fotografías, un acuario que separaba la cocina del salón con dos tortugas mancas en su interior, una televisión enorme y el escritorio al lado.
El rasta podía estar en el escritorio y hablar contigo, fumarse un porro o soltar un chiste y de pronto te miraba y decía:
- Joder tío! que bueno...tío!!! - Y se ponía a escribir
El calvo, te hablaba de la música que estaba sonado, mientras miraba una película sin sonido, contestaba al rasta y se rascaba los huevos tranquilamente.
Hasta aquí bien, no?
Lo curioso, es que esos tíos estaban hablando de tres cosas a la vez, mientras veían una película sin sonido y se enteraban de ella; incluso era uno de los temas de conversación. El rasta mientras, escribía una puta novela y cuando querías darte cuenta, el calvo ya te había puesto una mantita y te hablaba sobre filosofía!
Así que les pregunté:
- De qué cojones trabajáis? Cómo os ganáis la vida? - Piensas que son secretas o Aliens
El calvo me contesto que ellos creaban vida. Cuentos de vida.
Eran cuenta cuentos. Pero en su caso, antes de escribirlos, los vivían.
Para Miguel Cano. Mi psicópata preferido.
Y para su padre, que estará leyendo esto allá donde esté.