La calma llegó como una gota de agua.
Por unos días vi las cosas claras,
la paz se podía respirar.
La mirada de la cordura estaba delante de mi.
La energía volaba,
libre,
limpia,
auténtica.
Sin mediar palabras.
El silencio se convierte en el mejor compañero de la calma,
de la inspiración,
del desasosiego.
Aún esperamos grandes cosas de la vida,
sin esperar nada en concreto.
Las palabras del ayer nos ayudan a reír hoy.
El banco está vacío...
...por que ya hemos partido.
Para Lorena. Mi cómplice de la calma.
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